domingo, 6 de diciembre de 2009

LA PESCA



La pesca A mediados del siglo XIX se hizo el primer recuento de la riqueza pesquera en aguas campechanas, de especies cuyo alto valor todavía no se descubría y otras que se han extinguido. Los autores citados señalaron la existencia del lobo o puerco marino en Isla Arena; el lagarto, caimán o cocodrilo tenía su asiento principal en el Río Champotón. Peces innumerables de especies no clasificadas "hacían imposible el hambre"; citaron el "zaque", pequeña sardineja; el bucay, pejepluma, corcovado, roncador, pámpano, robalo, esmedregal, que "no sólo cubre la mesa de los ricos, sino que sirve también de inextinguible materia a las salazones del pescador"; cazón, lisa, sierra y tortuga, siendo la de carey muy notable en la Laguna de Términos. Igualmente había en abundancia ostión, cangrejo, jaiba, caracol, calamar y langosta. En 1895 al realizar otra evaluación, Alfonso Luis Velasco contó: bonito, anguila, bagre, bobo o perca negra, caballito de mar, cabrilla, curvina, dorado, mantarraya, mero, mojarra, peje espada, raya, sabalote, esturión, tintorera y trucha. Crustáceos como asela, branquipo, camarón, camaroncillo, cochinita, charal de mar. Moluscos: almeja, argonauta bucarda y pulpo; y por supuesto el peje lagarto en el río Palizada.

Todos estos elementos demuestran la antigua fama de la riqueza de la sonda de Campeche; pero su explotación comercial tardó más de un siglo, pues alcanzó su máximo desarrollo entre 1977 y 1982. Después sus índices descendieron radicalmente por la crisis económica, entre otras razones.

Las costas campechanas siempre se han caracterizado por su riqueza y variedad de productos pesqueros. La población posee una verdadera tradición tanto en lo relacionado con la captura de especies, como en la preparación para su consumo. Cuando el conquistador español arribó a tierras campechanas se encontró con actividades pesqueras organizadas y hasta con una deidad de la pesca que era adorada por los moradores de la región y que estaba instalada en un islote frente a Champotón.

Cuenta Roberto Bolívar Cetina que en 1937 fondeó un barco japonés de nombre Sapporo Maru frente a la barra de Isla Aguada, con la misión de conocer lo que sucedía 40 millas a la redonda. Pero el comienzo de la Guerra Mundial impuso un tiempo de silencio y peligro y no fue sino 10 años más tarde cuando aparecieron los primeros barcos estadunidenses en laguna del Carmen. Los pobladores les relataron que el Sapporo Maru había investigado el camarón blanco gigante, cuya captura iniciaban, y ya para 1948 había flotas extranjeras en el Carmen. Luego aparecieron la especie rosada y el camarón café, de valor internacional. Escribe Bolívar:

Los primeros años de pescar camarón en la sonda de Campeche fueron duros: los suelos estaban sucios; por tal motivo se tenía que levantar el equipo cada hora. No aparecía el nailon, la seda, y en lugar de la cadena espantadera como hoy se usa, se utilizaba plomada; la maniobra había que hacerla con el barco atravesado, pues se usaba un solo equipo. En fin, fue duro el comienzo. Nadie de los armadores aquellos hicieron gran fortuna como la hicieron los que posteriormente fueron los dueños de las flotas que siguieron creciendo hasta convertirse en una industria poderosa.
Este fue el principio de explotación del recurso natural que marcaría la economía los siguientes 35 años. Las bondades entre esta industria y las que la precedieron, como la del palo de tinte y maderas preciosas, permitieron la diversificación de las actividades ocupacionales de la región.

En 1970 la pesca se efectuó con 800 embarcaciones cuya capacidad fluctuaba entre tres y 50 toneladas. Las estadísticas registraron 22 congeladoras y empacadoras de productos pesqueros, cuatro astilleros, una escuela práctica de pesca y dos estaciones de biología.

Los pescadores realizaban sus actividades en dos formas: como permisionarios libres y organizados en sociedades cooperativas. Los pescadores libres carecían de capital y de fuentes de financiamiento adecuadas para realizar una explotación en mayor escala. Las cooperativas pesqueras tenían vicios de origen muy arraigados que llevaron a la necesidad de cancelar unas, y a otras, fue urgente otorgarles un financiamiento más amplio a fin de que también pudieran salir del estancamiento en que se llegaron a encontrar en algunos momentos. Por las razones económicas señaladas, estos pescadores difícilmente aprovecharon la tecnología moderna para sus actividades.

En 1976 comenzó el auge del petróleo, a partir de entonces, el presidente López Portillo confió en que la pesca y el petróleo de Campeche eran la abundancia eterna para México. Los dos recursos se fomentaron y desarrollaron casi paralelamente hasta que una gran conflagración los puso frente a frente: el derrame petrolero del Ixtoc.

El accidente del Ixtoc, sirvió para poner de manifiesto un hecho: que el vertiginoso desarrollo de la industria petrolera podía colocarla en curso de colisión con la industria la pesquera, fuente de divisas y de ocupación para decenas de miles de personas.

En 1982 ocurrió la crisis internacional que derrumbó los precios del petróleo y arrastró al sector pesquero, después de cobrar gran auge e importancia en el siglo XX, la industria pesquera de altura iría paulatinamente desapareciendo hasta iniciarse este mismo siglo.

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