domingo, 6 de diciembre de 2009

EL CHICLE



El chicle
Incisiones hechas en la corteza del chico zapote para la extracción del látex.En la década de 1880 la actividad chiclera llamó la atención, fue entonces que el gobernador Joaquín Keerlegand advirtió al Congreso local de la necesidad de dictar disposiciones convenientes para desarrollar la industria chiclera que había surgido en el partido del Carmen.

La zona principal donde crece el árbol conocido con el nombre de chico zapote está precisamente en Campeche y Quintana Roo. El chicle era recuperado por incisiones hechas en la corteza del árbol —que crecía de manera silvestre— y después era sujeto a un proceso de cocción; el árbol requería de abundante lluvia. En 1930 se calculó que la extensión de terreno explotable era de 2 360 346 hectáreas.

Hasta ahora no existe información suficientemente documentada sobre el origen de la industrialización del chicle. Las versiones existentes rayan en lo anecdótico por la falta de documentos históricos que las respalden. La más aceptada de ellas por coincidir con el nacimiento de la primera firma industrial de la goma de mascar, está vinculada al nombre del General Santa Anna:

“Por el año de 1860, cuando fue desterrado el General Antonio López de Santa Anna, se dirigió a los Estados Unidos de Norteamérica para continuar sus bien conocidos fines políticos, utilizó como intérprete al joven James Adams, quien observó al poco tiempo que el citado general masticaba pedazos extraídos de un árbol tropical. Cuando Santa Anna abandonó aquel país, dejó a James Adams lo que le restaba de aquella goma. Adams, atraído por las observaciones que había hecho, masticó aquello, no encontrándole ningún gusto, pero sí una notable propiedad como estimulante de la salivación. Entonces pensó, y así lo hizo, en agregarle azúcar y sabores, y obtuvo un dulce agradable. Animado por el resultado, se trasladó a Tuxpan, Ver., para estudiar el árbol de donde provenía la ‘Chewing gum’ (goma de mascar), comprobando que no sólo se obtenía del fruto, sino de las ramas y el tronco, mediante incisiones que se practicaban en la corteza. Con datos suficientes regresó a su país e inició su negocio tan sólo con ‘cincuenta y cinco dólares’. Posteriormente se interesaron otros amigos suyos que aportaron mayor capital, y establecieron una fábrica que se llamó “Adams Chewing Gum Co.” Ya en el año de 1914, la negociación contaba con un capital de diez millones de dólares”
Aunque la costumbre del General Santa Ana de masticar goma aún no ha podido ser confirmada, sí puede establecerse definitivamente que Estados Unidos fue el país que inició la industrialización de la resina, y el que se encargó de promover su consumo a nivel internacional, sobre todo a través de las dos guerras mundiales del siglo XX. El departamento de Defensa de ese país fue el principal consumidor durante las conflagraciones bélicas, del chicle procesado extraído de las selvas mexicanas; e involuntariamente, el ejército norteamericano el vehículo para difundir en Europa el hábito de masticarlo. Los soldados estadounidenses observaron que al mascar goma, controlaban mejor sus nervios y les producía salivación suficiente para evitar la sed.

En Campeche, el establecimiento e introducción del capital extranjero para la extracción del chicle, se realizó a través de la política de concesión de terrenos baldíos que inició en 1886, con el contrato que el gobierno federal celebró con el ingeniero Manuel Vila; el ingeniero Vila recibió la concesión de deslinde de terrenos en Campeche, y a través de él, y posteriormente de la Compañía Colonizadora y deslindadora, empresas norteamericanas se hicieron de enormes extensiones de tierras campechanas para la explotación de las riquezas forestales que en ellas hubiere:

The Pennsylvania Campeche Land and Lumber Co. (252,000 hectáreas),
The Laguna Corporation (242,364 hectáreas),
The Mexican Gulf Land and Lumber Co. (266,000 hectáreas),
The Campeche Timber and Fruit Co., y
The Campeche Development Co.
Entre todas llegaron a poseer casi como propiedad privada cerca de 10,000 km2 de selvas campechanas. Las tres primeras llegaron a venderle chicle natural a la principal compañía compradora de los Estados Unidos, la casa Wrigley.

El inicio de la explotación del chicozapote en la entidad, estuvo precedido en primer lugar, por un vasto proceso de concentración de la tierra a favor de algunos comerciantes locales, y de las compañías transnacionales después. Para tener una idea de la dimensión de ese proceso, es necesario mencionar que antes de la política de concesión de tierras, el territorio campechano estaba prácticamente despoblado con tres cuartas partes como terrenos nacionales a disposición del gobierno federal. En la cuarta parte restante las grandes propiedades no rebasaban las 2,000 hectáreas, y muy pocas llegaban hasta 20,000. De esa manera, la explotación de los recursos forestales promovió un cambio en la estructura de la propiedad de la tierra propiciando la formación de enormes latifundios transnacionales en la entidad.

En 1942, el estado de Campeche contaba con tres regiones productoras de chicle: la del Municipio del Carmen, que comprendía terrenos nacionales (41,333 hectáreas), y particulares (199,034 hectáreas), situados a lo largo del Río Candelaria y donde tenían sus intereses empresas como la The Mexican Gulf Land and Lumber Co., The Laguna Corporation Co., The Campeche Timber and Fruit Company, y los de las márgenes del Río Mamantel donde estaba The Campeche Lumber Development Co.; la del Municipio de Champotón con los terrenos nacionales que llegaban hasta los límites con Guatemala y el Territorio de Quintana Roo (568,216 hectáreas), y los particulares de The Laguna Corporation, The Pensylvania Campeche and Lumber Co., La Montaña, Yohaltún y San Pablo (39,194 hectáreas) y la de la llamada zona de Los Chenes, que comprendía parte del Municipio de Champotón, parte de Hopelchén, Campeche, Tenabo y Hecelchakán, con un conjunto de 489,276 hectáreas de terrenos nacionales y 6,149 hectáreas de terrenos particulares.

En 12 años, de 1930 a 1942, solamente la aduana de Campeche manejó 13 925 000 kilos de látex, y la del Carmen 8 715 000 kilos. Esta riqueza natural alentó una raquítica economía y sostuvo las necesidades del erario, al grado de que la Ley de Hacienda de 1895 consideró de manera especial su explotación.

Los bosques parecían de una riqueza interminable. Fue tanta la importancia del chico zapote, que entre 1939 y 1943 la producción chiclera representó 60% del presupuesto estatal. Campeche fue durante muchos años el principal productor y exportador de chicle, hasta que se debilitó el mercado después de la segunda Guerra Mundial, en virtud de la aparición de sustitutos químicos del producto.

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